Chistes
Frank Sheed estaba exponiendo las promesas del Cristianismo a un grupo
de personas congregadas en el Hyde Park de Londres. Un hombre sucio y
desaliñado lo interrumpía constantemente tratando de
ridiculizarle con sus bromas. Frank no permitió que se le descarrilara
la paciencia ni la humildad.
El molestoso volvió a la carga voceándole: "El Cristianismo ha estado
en el mundo por 2,000 años y mire el estado en que todavía se encuentra
el mundo".
A lo que Frank contestó: "Caballero, el agua también ha estado en el
mundo por más de 2,000 años, y fíjese en el estado de su cuello".
Se encuentran un billete de cinco euros y un billete de cien euros, y
le dijo el de cinco euros, “Hola, ¿cómo has estado,
cien?” El de cien contestó, “Bien, tú
sabes, yo en buena vida de restaurante, en buenas tiendas, y a viajes
por todo el mundo. Y tú, cinco, ¿cómo has
estado?”
El billete de cinco respondió, “Pues, ya
sabes, ¡yo de iglesia en iglesia!”
Tres pastores se juntaron a tomar café. Al conversar se dieron
cuenta que en sus tres Iglesias había una verdadera
invasión de murciélagos.
Uno de los pastores indignado dijo: "Saqué un rifle y
comencé a dispararles pero todo lo que logré fue llenar
de hoyos el techo".
"Pues yo traté de atraparlos vivos en una jaula" - dijo otro.
"Luego los fui a botar como a 75 kms de aquí, pero toditos
volvieron".
"Pues yo sí que no he tenido ningún problema con ellos",
dijo el tercer pastor. "¿Qué hiciste?" preguntaron los
otros dos asombrados.
"Bueno", respondió - "Yo simplemente los bauticé y los
recibí como miembros de la Iglesia. ¡Jamás los he
vuelto a ver!
Eran tres personas y uno bien agarrado. Estaban discutiendo como daban
su ofrenda a Dios, uno dice: yo hago un círculo en el suelo,
arrojo las monedas y las que queden afuera son mías y las de
adentro son de Dios, el otro responde: Yo hago una raya en el suelo,
arrojo las monedas y las que queden a la derecha son para mí y
las de la izquierda son para Dios, el agarrado dice: yo tengo una
mejor, yo agarro mi dinero lo lanzo al aire y lo que agarre Dios es
para él y lo que cae al suelo es mío.
En cada reunión después del mediodía se les da de
comer a los hermanos. Cierto hermano como veía y oía que
cada hermano que terminaba de comer decía un Salmo, y
éste no sabiéndose ninguno decía: “Barriga
llena y corazón contento, Salmo 500".
La maestra de escuela dominical le preguntó a Jaimito,
“¿Cómo mató David a Goliat?”
“¡Con una moto!” respondió el niño.
“¿Cómo que con una moto? ¿A caso no
sabías que era con una honda?” le dijo la maestra. El
niño contestó, “¡Ahhh! ¡No sabía
que tenía que decir la marca!”
¿Cuántos animales metió Moisés al Arca? Ninguno, porque fue Noé.
Un barco se encontraba a punto de naufragar, y la tripulación se
daba prisa para rescatar a todos los que se encontraban en el barco.
Entonces, le tocó el turno a un fervoroso cristiano. El marinero
le gritó, “¡Vamos, hombre! ¡Ven a la lancha
salvavidas!” Y el cristiano le contestó, “¡No,
el Señor me va a salvar!” Y la lancha se fue.
Después, salió otra lancha, y le volvieron a gritar al
hombre cristiano, “¡Ven, salva tu vida!” Y el
cristiano volvió a contestar, “¡No, el Señor
me salvará!” Y así pasó sucesivamente, hasta
que salieron las seis lanchas salvavidas, y el fiel cristiano se
ahogó. Al llegar a la presencia de Dios, decepcionado, le
reclamó, “¿Señor, por qué no me
salvaste?” Y el Señor contestó, “YO TE
MANDÉ SEIS LANCHAS.”
Un día entró un ladrón a la casa de un pastor, y
escuchó una voz que le dijo, “Jesús te está
mirando.” Bueno pues, el hombre no hizo caso e insistió en
el robo. Otra vez él escuchó la voz: “Jesús
te está mirando.” El hombre, todo asustado, prendió
la luz y vio que él que decía eso era un loro, y le dijo,
“Loro mentiroso, me has asustado. ¿Cómo te
llamas?” le preguntó el ratero. A lo que el loro
contestó, “Pedro, señor.” El ratero le dijo,
“Qué raro ese nombre para un loro.” El loro le
respondió, “Más raro es Jesús para un
Doberman.”
Una mamá llevó a su hija de tres años por primera
vez a la Iglesia. Las luces de la Iglesia no estaban encendidas en su
totalidad y el coro se encaminaba hacia el frente del santuario
llevando velas encendidas. Todo estaba completamente en silencio hasta
que la pequeña niña empezó a cantar en voz alta,
"¡Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz!..."
Una niña, al darse cuenta que el sermón del pastor se demoraba mucho,
se apoyó hacia su madre y le susurró al oído, "¿Mamá, si le damos el
dinero ahora, tú crees que él nos deje ir ya?"
Una profesora de escuela dominical sugirió a sus alumnos a que se
tomaran un tiempo en la tarde del domingo para escribirle una carta a
Dios. Ellos debían traer la carta el siguiente domingo. Un niño
escribió, "Querido Dios, nos lo pasamos muy bien en la Iglesia esta
mañana. ¡Cómo me hubiera gustado que también tú estuvieras allí!"