Testimonios 3


Un Amor Innegable


Era tan introvertida en la escuela superior que no tenía ni una sola amistad - nadie con quien hablar, sin razón para vivir. Si me quitaba la vida, a quien le importa? Que vidas serían afectadas si termino
la mía?

Como mi padre trabajaba la mayor parte del tiempo y mi madre se pasaba meses lejos de la casa en ese tiempo sabía que pasarían días antes de que notaran que yo no estaría. Y eso me asustaba.

Nuestra familia se acababa de mudar y como yo era de la escuela intermedia mi vida completa parecía haber terminado. Allí estaba yo, la nueva niña de la escuela y tan tímida que no podía hablarle a nadie. Ni siquiera podía levantar la mano para responder en clase.

El amor nunca fue expresado libremente en mi hogar. Mi padre decía que yo era fea, y yo le creía. Sentía que tenía que pedir perdón por mi existencia cada vez que alguien me miraba. Recuerdo que
me enviaron a la tienda a buscar una lata de salsa de tomate, y que no podía acercarme al empleado. Cuando el fotógrafo me pidió sonreír para la foto de la clase en la escuela, yo rompí a llorar.

Para que tengo que sonreír? Pensé.

En una familia de nueve, me sentí perdida en la multitud. En una Navidad todos recibieron regalos menos yo. Sólo fue una equivocación de mi madre pues eramos tantos. Pero no habían palabras
que consolaran mi dolor que sentí cuando todos los regalos fueron abiertos y ninguno fue para mí. Olvidada!!

Uno de los miembros más crueles de mi escuela superior disfrutaba de burlarse de mi timidez llamando la atención hacia mi con comentarios como: "Qué te pasa, no puedes hablar? Tienes voz?" Entonces se reía cuando me hacía llorar.

Finalmente pensé que ya no podía más aguantar juntas las piezas de mi vida ... Esta vez pensé, si  esto es lo que ofrece la vida, olvídalo.

Una noche, no podía dormir por la desesperación dentro de mí, deseé morir y no despertar jamás. Decidí encontrar el sentido de la vida o abandonarla. Aunque fui a la iglesia toda mi vida nunca había hablado a Dios. En mi desesperación me quejé con el Señor de todos mis problemas y de algún modo pensé que El me entendió. Me sentí tan bien de poder decirle a alguien como me sentía.

"Nadie me ama", gemí.

Respondió tan claro como ninguna voz antes oí: "Recuerda que Yo te amo."

"Pero como puedo saberlo?" Respondí. Entonces me trajo a la memoria la cruz --- la perfecta muestra de amor. Ahora las lagrimas corrían llenas de esperanza. Su amor era un amor innegable.

Al día siguiente una niña en la escuela me habló de lo real que es Dios en su vida y de como encontró consuelo y guía al leer la Biblia. Ella me invitó a ir a la iglesia con ella, y cuando escuché el mensaje del envolvimiento de Dios en la vida de las gentes, yo lloré incontrolablemente. En todos los años de
ir a la iglesia nunca oí tales palabras de vida y esperanza.

Algunos de los jóvenes vinieron y pusieron sus brazos alrededor de mí diciéndome que me amaban y que Dios me amaba también. También me invitaron a un retiro de Jóvenes que tenían ese fin de semana. Temprano una mañana, sentada en una roca a la orilla de un tranquilo lago en Georgia, le entregué mi vida a JesuCristo.

Luego los próximos días leyendo la Biblia, el plan de Dios se aclaró para mi vida. "Todos pecaron" y
"No hay justo ni aun uno" (Romanos 3:10,23) Pero tambien leí: "Porque es por gracia, por medio de
la fe, y esto no es de vosotros sino que es don de Dios, no por obra para que nadie se glorie"
(Efesios 2:8 y 9).

Cuando regresé a la escuela en el otoño, el muchacho que se burlaba de mi timidez, se acercó a mi en la cafetería. "Qué te paso durante el verano?" Me preguntó. "Estás tan diferente!"

Le conté sobre el amor de Dios para mi vida, de su misericordia, como encontré el significado en mi vida. Y este mismo muchacho que se gozaba al verme llorar ahora estaba a punto de las lágrimas según me contaba de sus propios problemas familiares.

No fue fácil para mí. Aunque sólo tenía 16 años mi padre me echó de la casa cuando se enteró de
mi fe en Cristo. Pero encontré en la familia de Dios un amor y aceptación que nunca conocí cuando era niña.

Ya hace más de 30 años que le entregué mi vida a Cristo. Yo todavía lucho con los sentimientos de soledad y de aceptación a mí misma. Pero Dios siempre me encuentra allí. El me ha dado una nueva seguridad y estabilidad. Aun cuando tu padre y tu madre te olvidaran,¡yo no te olvidaré! (Isaías 49:15) Tengo un amigo en Jesús, alguien con quien puedo hablar y puedo ser yo misma.

Sabiendo que Dios, quien es perfecto, me ama, me acepta tal como yo soy, también me ha dado auto- estima y confianza en mí misma. Ha valorado mi vida de tal manera (La vida que yo estaba dispuesta a desperdiciar) que envió a su único Hijo a morir en mi lugar. La inferioridad que sentí
tan fuerte en mi niñez se fue. El la reemplazó con autoestima a través de El.

"De manera que si alguno está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron.
He aquí todas son hechas nuevas"
 2 Corintios 5:17



Diane Dew
Copyright © 1987 Instituto Biblico Moody de Chicago
(Publicado en la revista Moody. Feb 1987, Instituto Biblico Moody de Chicago)

Many thanks to Selene for translating my testimony into Spanish.
http://www.dianedew.com/espanol.htm