Omnipresencia y omnisciencia de Dios
Señor, tú me examinas, tú me conoces. Sabes
cuándo me siento y cuándo me levanto; aun en la distancia
me lees el pensamiento. Mis trajines y descansos los conoces; todos mis
caminos te son familiares. No me llega aún la palabra a la
lengua cuando tú, Señor, ya la conoces. Tu
protección me envuelve por completo; me cubres con la palma de
tu mano. Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión; tan
sublime es que no puedo entenderlo. ¿A dónde
podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde
podría huir de tu presencia? Si subiera al cielo, allí
estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo,
también estás allí. Si me elevara sobre las alas
del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí tu
mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha! Y
si dijera: «Que me oculten las tinieblas; que la luz se haga
noche en torno a mí», ni las tinieblas serían
oscuras para ti, y aun la noche sería clara como el día.
¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz! Tú creaste
mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te
alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son
maravillosas, y esto lo sé muy bien! Mis huesos no te fueron
desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado,
cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido. Tus
ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu
libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no
existía uno solo de ellos. ¡Cuán preciosos, oh
Dios, me son tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de
ellos! Si me propusiera contarlos, sumarían más que los
granos de arena, si terminara de hacerlo, aún estaría a
tu lado.
Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y
sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y
guíame por el camino eterno.
Salmo 139:1-18, 23-24 - un Salmo de David
video oraciones
La Gloria de Dios y la honra del hombre
Oh Señor, soberano nuestro, ¡qué imponente es tu
nombre en toda la tierra! ¡Has puesto tu gloria sobre los cielos!
A causa de tus adversarios has hecho que brote la alabanza de labios de
los chiquillos y de los niños de pecho, para silenciar al
enemigo y al rebelde. Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que allí fijaste, me
pregunto:«¿Qué es el hombre, para que pienses en
él? ¿Qué es el ser humano, para que lo tengas en
cuenta?» Pues lo hiciste poco menos que un dios, y lo coronaste
de gloria y de honra; lo entronizaste sobre la obra de tus manos,
¡todo lo sometiste a su dominio! Todas las ovejas, todos los
bueyes, todos los animales del campo, las aves del cielo, los peces del
mar, y todo lo que surca los senderos del mar. Oh Señor,
soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la
tierra!
Salmo 8 – un Salmo de David
Plegaria pidiendo protección
Atiende, Señor, a mis palabras; toma en cuenta mis gemidos.
Escucha mis súplicas, rey mío y Dios mío porque a
ti elevo mi plegaria. Por la mañana, Señor, escuchas mi
clamor; por la mañana te presento mis ruegos, y quedo esperando
tu respuesta.
Pero yo, por tu gran amor puedo entrar en tu casa; puedo postrarme
reverente hacia tu santo templo. Señor, por causa de mis
enemigos, dirígeme en tu justicia; endereza delante de mí
tu senda.
Pero que se alegren todos los que en ti buscan refugio; ¡que
canten siempre jubilosos! Extiende tu protección, y que en ti se
regocijen todos los que aman tu nombre. Porque tú, Señor,
bendices a los justos; cual escudo los rodeas con tu buena voluntad.
Salmo 5:1-3,7-8,11-12 - un Salmo de David
Dios, el único refugio
Sólo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi
salvación. Sólo él es mi roca y mi
salvación; él es mi protector. ¡Jamás
habré de caer!
Sólo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi
esperanza. Sólo él es mi roca y mi salvación;
él es mi protector y no habré de caer. Dios es mi
salvación y mi gloria; es la roca que me fortalece; ¡mi
refugio está en Dios! Confía siempre en él, pueblo
mío; ábrele tu corazón cuando estés ante
él. ¡Dios es nuestro refugio! Una quimera es la gente de
humilde cuna, y una mentira la gente de alta alcurnia; si se les pone
juntos en la balanza, todos ellos no pesan nada. No confiéis en
la extorsión ni os hagáis ilusiones con sus
rapiñas; y aunque se multipliquen vuestras riquezas, no
pongáis el corazón en ellas. Una cosa ha dicho Dios, y
dos veces lo he escuchado: Que tú, oh Dios, eres poderoso; que
tú, Señor, eres todo amor; que tú pagarás a
cada uno según lo que merezcan sus obras.
Salmo 62:1-2,5-12 – un Salmo de David
Dios, satisfacción del alma
Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma
tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y
sedienta. Te he visto en el santuario y he contemplado tu poder y tu
gloria. Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te
alabarán. Te bendeciré mientras viva, y alzando mis manos
te invocaré. Mi alma quedará satisfecha como de un
suculento banquete, y con labios jubilosos te alabará mi boca.
En mi lecho me acuerdo de ti; pienso en ti toda la noche. A la sombra
de tus alas cantaré, porque tú eres mi ayuda. Mi alma se
aferra a ti; tu mano derecha me sostiene.
Salmo 63:1-8 – un Salmo de David
Señor, hazme conocer tus caminos; muéstrame
tus sendas. Encamíname en tu verdad,
¡enséñame!
Tú eres mi Dios y Salvador;
¡en ti pongo mi esperanza todo el día!
Salmo 25:4-5 - un Salmo de David