Los ingredientes del bizcocho

Un niño le contaba a su abuelita que todo iba mal: la escuela, problemas con la familia y enfermedades. Entretanto, su abuela confeccionaba un bizcocho.
Después de escucharlo, la abuelita le dice: "¿Quieres una merienda".
A lo cual el niño le contesta: "¡Claro que sí!".
-"Toma, aquí tienes un poco de aceite de cocinar."
-"Yuck", dice el niño.
-"¿Que te parecen un par de huevos crudos?".
-"ARRR, ¡abuela!".
-"Entonces, ¿prefieres un poco de harina de trigo, o tal vez un poco de levadura?
-"Abuela, ¿te has vuelto loca?, ¡todo eso sabe horrible!"
A lo que la abuela responde: "Sí, todas esas cosas saben horrible, cada una aparte de las otras. Pero
si las pones juntas en la forma adecuada, haces un delicioso bizcocho. Dios trabaja de la misma forma. Muchas veces nos preguntamos por qué nos permite andar caminos y afrontar situaciones tan difíciles. ¡Pero cuando Dios pone esas cosas en su orden divino, todo obra para bien! Solamente tenemos que confiar en Él y a la larga veremos que Dios hace algo maravilloso.
 
¡Dios te ama con locura!
Si Dios tuviera una nevera, pondría tu retrato en la puerta!
Si tuviera una billetera, tu foto estaría allí.
Te envía flores cada primavera y el sol sale para ti cada mañana.
Cuando quieres hablar, Él te está escuchando.
Puede vivir en cualquier parte del universo y ha escogido vivir en tu corazón.
Y qué te parece el regalo de Navidad que te envió a Belén.
Su locura de amor se demostró plenamente aquel viernes en el Calvario y el Domingo de Resurrección. La locura de Su amor por tí no tiene límites.
Llora todo lo que necesites llorar... Él secará tus lágrimas.
Él te dará otro día para reír de lo que un día te hizo llorar, solo espera y sobre todo: TEN FE.
(Max Lucado)



El ingenio de una hormiga

Hace un tiempo me puse a observar detenidamente la vida de las hormigas, y confieso que quedé asombrado al verlas trabajar con tanto orden y empeño. Pero una hormiga en particular atrajo mi atención. Negra y de tamaño mediano, la hormiga llevaba como carga una pajita que era seis veces
más larga que ella misma.

Después de avanzar casi un metro con semejante carga, llegó a una especie de grieta, estrecha
pero profunda, formada entre dos grandes piedras. Probó cruzar de una manera y de otra, pero todo
su esfuerzo fue en vano.

Hasta que por fin la hormiguita hizo lo insólito. Con toda habilidad apoyó los extremos de la pajita en
un borde y otro de la grieta, y asi se construyó su propio puente, sobre el cual pudo atravesar el abismo. Al llegar al otro lado, tomó nuevamente su carga y continuó su esforzado viaje sin inconvenientes.

La hormiga supo convertir su carga en un puente, y así pudo continuar su viaje. De no haber tenido
esa carga, que bien pesada era para ella, no habría podido avanzar en su camino...

¿Captamos la moraleja? ¿Cuántas veces nos quejamos por los problemas, las cargas y las pruebas que debemos soportar? Pero sin darnos cuenta, esas mismas cargas -bien tomadas- pueden convertirse en puentes y peldaños que nos ayudan a triunfar.
Desconozco su autor





Volar sobre el Pantano

Fragmento tomado del libro "Volar sobre el Pantano"
de Carlos Cuauhtémoc Sánchez

Si sientes que la vida no tiene sentido, que los problemas te están acabando,
memoriza esta parábola:

"Un pájaro que vivía resignado en un árbol podrido en medio del pantano, se
había acostumbrado a estar ahí, comía gusanos del fango y se hallaba siempre
sucio por el pestilente lodo. Sus alas estaban inutilizadas por el peso de
la mugre hasta que cierto día un gran ventarrón destruyó su guarida; el
árbol podrido fue tragado por el cieno y el se dio cuenta que iba a morir.
En un deseo repentino de salvarse comenzó a aletear con fuerza para
emprender el vuelo, le costó mucho trabajo porque había olvidado cómo volar,
pero enfrentó el dolor del entumecimiento hasta que logró levantarse y
cruzar el ancho cielo, llegando finalmente a un bosque fértil y hermoso".

Los problemas son como el ventarrón que ha destruido tu guarida y te están
obligando a elevar el vuelo... o a morir...

Nunca es tarde. No importa lo que se haya vivido, no importa los errores que
se hayan cometido, no importa las oportunidades que se hayan dejado pasar,
no importa la edad, siempre estamos a tiempo para decir basta, para oír el
llamado que tenemos de buscar la perfección, para sacudirnos el cieno y volar
alto y muy lejos del pantano.