PARÁBOLAS DE JESÚS
II. Parábolas del Evangelio
A. Sobre el Amor de Dios
1. Parábola de la oveja perdida
Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban
a Jesús para oírlo, de modo que los fariseos y los
maestros de la ley se pusieron a murmurar: «Este hombre recibe a
los pecadores y come con ellos.»
Él entonces les contó esta parábola:
«Supongamos que uno de vosotros tiene cien ovejas y pierde una de ellas.
¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la
oveja perdida hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, lleno de
alegría la carga en los hombros y vuelve a la casa. Al llegar,
reúne a sus amigos y vecinos, y les dice:
“Alegraos conmigo; porque encontré la oveja que se me
había perdido. Os digo que así es también en el
cielo: habrá más alegría por un solo pecador que
se arrepienta,
que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.
Lucas 15:1-7
reflexiones
2. Parábola de la moneda perdida
»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de
plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la
casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra,
reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alegraos
conmigo; porque encontré la moneda que se me había
perdido. Os digo que así mismo se alegra Dios con sus
ángeles por un pecador que se arrepiente.
Lucas 15:8-10
3. Parábola del hijo perdido (hijo pródigo)
Un hombre tenía dos hijos —continuó
Jesús—. El menor de ellos le dijo a su padre:
“Papá, dame lo que me toca de la herencia. Poco
después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se
fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente
y derrochó su herencia.
»Cuando lo había gastado todo, sobrevino una gran escasez
en la región, y comenzó a pasar necesidad. Así que
fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país,
quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tanta hambre
tenía que hubiera querido llenarse el estómago con la
comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada.
Por fin recapacitó y se dijo: “¡Cuántos
jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me
muero de hambre! Tengo que volver a mi padre y decirle:
Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que
se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros.
Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.»
Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se
compadeció de él; salió corriendo a su encuentro,
lo abrazó y lo besó.
El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y
contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo. Pero el padre
ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traed la mejor ropa
para vestirlo. Ponedle también un anillo en el dedo y sandalias
en los pies. Traed el ternero más gordo y matadlo para
celebrar un banquete. Porque este hijo mío estaba muerto,
pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo
hemos encontrado.
»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver,
cuando se acercó a la casa, oyó la música del
baile. Entonces llamó a uno de los siervos y le
preguntó qué pasaba. “Ha llegado tu hermano
—le respondió—, y tu padre ha matado el ternero
más gordo porque ha recobrado a su hijo sano y salvo. Indignado,
el hermano mayor se negó a entrar. Así que su padre
salió a suplicarle que lo hiciera. Pero él le
contestó: “¡Fíjate cuántos años
te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un
cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos!
¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna
con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero
más gordo!
»“Hijo mío —le dijo su padre—, tú
siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo.
Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano
tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había
perdido, pero ya lo hemos encontrado.
Lucas 15:11-32
Reflexiones 9